Una huelga de hambre es un método de lucha extremo. Pone en riesgo la vida de quienes la llevan a cabo. Es el caso de Cayetano, que está cumpliendo 60 días en el campamento del SME en el zócalo de la ciudad de México.
El impacto social del dolor es difícil medirlo, sobre todo cuando no hay estadística que pueda calcular los sentimientos. Pero hay otras formas de saberlo. La forma en que responden los diferentes sectores de la población. El coraje, la indignación, la rabia, cuando se expresan de manera colectiva, cuestionan seriamente el poder establecido de los inconmovibles funcionarios gubernamentales.
Es un llamado moral a la conciencia de la población y una denuncia ética del abuso de poder. Es un testimonio de la lucha por la dignidad humana y de los límites de la resistencia física humana.
La muerte, tantas veces presente en la sociedad mexicana no es un proceso natural como debiera ser desde el punto de vista fisiológico, sobre todo cuando se arranca sin conmiseración por policías y militares, por sicarios y paramilitares, por quienes terminan arrastrados en la espiral de violencia que destruye tejido social, vínculos afectivos, sensibilidades humanas. Esta huelga de hambre ronda en los límites de la resistencia. Y quienes la han llevado a cabo saben de qué se trata.
Cuauhtemoc Serrato Salinas, duró 35 días en huelga de hambre del 27 de abril al 31 de mayo: “Entré con la idea de expresarme con claridad sobre la realidad de lo que pasó a miles de electricistas al quedarnos sin empleo de un día para otro.
Molesto por los ataques mediáticos, para exigirles que digan la verdad, es un derecho. Me angustié por la represión a mis compañeros a manos de la PFP. Lloramos de rabia. Grité lo que pude. Me tuvieron que calmar.
Es terrible ver las agresiones policíacas con saña a trabajadores pacíficos. Impotencia que solo se supera por la solidaridad. No nos han quebrado.”
Omar Bahena Ortega, con 40 días en huelga de hambre, del 27 de abril al 5 de junio: “tuve entusiasmo al principio por lograr una solución rápida, para superar la incertidumbre de la falta de empleo. Es una angustia. Al paso de los días se ve que no tienen voluntad para solucionar. La SCJN está dando los fallos en contra de la justicia. A los ministros no les importa la huelga de hambre. Hemos sufrido toda clase de agresiones. Al grado de ofrecernos pizzas en oferta provocándonos para desacreditar nuestro sacrificio. Nos arrojan canicas “bombachas” los guardias presidenciales en las noches. Bajé 14 kilos. Llega el momento en que todo te duele, hasta las encías”.
Dicen que el compañero Cayetano está en peligro. ¿Quieren muertos? Caerá como maldición contra este gobierno corrupto, autista, dictatorial, rey de los impuestos, enemigo del pueblo.
“Fui a la SCJN a una audiencia en silla de ruedas. Me desmayé. No nos dejaban entrar. Recibieron a Martín Esparza. Tienen la oportunidad de reivindicarse, lo harán? No hay confianza en el gobierno. Los casos de la guardería ABC y mineros lo muestra. Atenco está a la puerta.
Si la SCJN cierra la puerta, vendrá una época muy mala para el país” dice Cuauhtémoc y recuerda que otros compañeros del SME División Cuernavaca también soportaron este ayuno prolongado: Omar Mora Cortéz, 50 días, Arnulfo Cisneros Reza, 39 días, Pedro Campos Ramírez, 19 días, Erasto Neri Quiroz, 30 días, Gerardo del Canto Pérez, 45 días.
“Además de los 44 mil trabajadores, son 2 mil socios comisionados del sindicato quienes han sido afectados. Miles de familias dependían del consumo de los trabajadores del SME.
Han cerrado negocios, cambiado de actividad los que vendían jugos, tacos, zapatos, ropa, y eso muestra la fragilidad de los changarros que nos ofrecen a cambio de aceptar la liquidación” dicen con tristeza quienes laboraron 24 años en agencias foráneas y 8 años en el sub comité sindical, como Cuauhtémoc y 4 años en el taller mecánico automotriz, como Omar.
“Engañaron a muchos de los liquidados. CFE no contrata despedidos de Luz y Fuerza. Calderón miente. Ahora nos quieren quitar nuestras casas adquiridas a crédito por 15 años. Nos hostigan, persiguen, como si fuéramos criminales: ¡somos trabajadores, no narcos!”.
Mencionan a las mujeres embarazadas que quedaron sin asistencia médica al ser despedidas, a los que les amputaron un brazo por el estallido de un transformador, la falta de reconocimiento al trabajo especializado de alto riesgo, como el de los linieros de línea viva: “y así nos quieren quitar pensiones y jubilaciones que devengamos con el trabajo de alto riesgo para nuestras vida”, señalan al comparar salarios de 5 mil pesos contra los 260 mil de los funcionarios.
Es verdad, concluyen, “necesitamos un gobierno del pueblo para el pueblo”.
http://www.lajornadamorelos.com/opinion/articulos/88246-testimonios-de-vida-y-dignidad-en-el-sme
El impacto social del dolor es difícil medirlo, sobre todo cuando no hay estadística que pueda calcular los sentimientos. Pero hay otras formas de saberlo. La forma en que responden los diferentes sectores de la población. El coraje, la indignación, la rabia, cuando se expresan de manera colectiva, cuestionan seriamente el poder establecido de los inconmovibles funcionarios gubernamentales.
Es un llamado moral a la conciencia de la población y una denuncia ética del abuso de poder. Es un testimonio de la lucha por la dignidad humana y de los límites de la resistencia física humana.
La muerte, tantas veces presente en la sociedad mexicana no es un proceso natural como debiera ser desde el punto de vista fisiológico, sobre todo cuando se arranca sin conmiseración por policías y militares, por sicarios y paramilitares, por quienes terminan arrastrados en la espiral de violencia que destruye tejido social, vínculos afectivos, sensibilidades humanas. Esta huelga de hambre ronda en los límites de la resistencia. Y quienes la han llevado a cabo saben de qué se trata.
Cuauhtemoc Serrato Salinas, duró 35 días en huelga de hambre del 27 de abril al 31 de mayo: “Entré con la idea de expresarme con claridad sobre la realidad de lo que pasó a miles de electricistas al quedarnos sin empleo de un día para otro.
Molesto por los ataques mediáticos, para exigirles que digan la verdad, es un derecho. Me angustié por la represión a mis compañeros a manos de la PFP. Lloramos de rabia. Grité lo que pude. Me tuvieron que calmar.
Es terrible ver las agresiones policíacas con saña a trabajadores pacíficos. Impotencia que solo se supera por la solidaridad. No nos han quebrado.”
Omar Bahena Ortega, con 40 días en huelga de hambre, del 27 de abril al 5 de junio: “tuve entusiasmo al principio por lograr una solución rápida, para superar la incertidumbre de la falta de empleo. Es una angustia. Al paso de los días se ve que no tienen voluntad para solucionar. La SCJN está dando los fallos en contra de la justicia. A los ministros no les importa la huelga de hambre. Hemos sufrido toda clase de agresiones. Al grado de ofrecernos pizzas en oferta provocándonos para desacreditar nuestro sacrificio. Nos arrojan canicas “bombachas” los guardias presidenciales en las noches. Bajé 14 kilos. Llega el momento en que todo te duele, hasta las encías”.
Dicen que el compañero Cayetano está en peligro. ¿Quieren muertos? Caerá como maldición contra este gobierno corrupto, autista, dictatorial, rey de los impuestos, enemigo del pueblo.
“Fui a la SCJN a una audiencia en silla de ruedas. Me desmayé. No nos dejaban entrar. Recibieron a Martín Esparza. Tienen la oportunidad de reivindicarse, lo harán? No hay confianza en el gobierno. Los casos de la guardería ABC y mineros lo muestra. Atenco está a la puerta.
Si la SCJN cierra la puerta, vendrá una época muy mala para el país” dice Cuauhtémoc y recuerda que otros compañeros del SME División Cuernavaca también soportaron este ayuno prolongado: Omar Mora Cortéz, 50 días, Arnulfo Cisneros Reza, 39 días, Pedro Campos Ramírez, 19 días, Erasto Neri Quiroz, 30 días, Gerardo del Canto Pérez, 45 días.
“Además de los 44 mil trabajadores, son 2 mil socios comisionados del sindicato quienes han sido afectados. Miles de familias dependían del consumo de los trabajadores del SME.
Han cerrado negocios, cambiado de actividad los que vendían jugos, tacos, zapatos, ropa, y eso muestra la fragilidad de los changarros que nos ofrecen a cambio de aceptar la liquidación” dicen con tristeza quienes laboraron 24 años en agencias foráneas y 8 años en el sub comité sindical, como Cuauhtémoc y 4 años en el taller mecánico automotriz, como Omar.
“Engañaron a muchos de los liquidados. CFE no contrata despedidos de Luz y Fuerza. Calderón miente. Ahora nos quieren quitar nuestras casas adquiridas a crédito por 15 años. Nos hostigan, persiguen, como si fuéramos criminales: ¡somos trabajadores, no narcos!”.
Mencionan a las mujeres embarazadas que quedaron sin asistencia médica al ser despedidas, a los que les amputaron un brazo por el estallido de un transformador, la falta de reconocimiento al trabajo especializado de alto riesgo, como el de los linieros de línea viva: “y así nos quieren quitar pensiones y jubilaciones que devengamos con el trabajo de alto riesgo para nuestras vida”, señalan al comparar salarios de 5 mil pesos contra los 260 mil de los funcionarios.
Es verdad, concluyen, “necesitamos un gobierno del pueblo para el pueblo”.
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