René Lara Ramos
Buenas y malas noticias
El Sol de Zacatecas
22 de junio de 2010
La semana terminó con buenas y malas noticias para México y el Mundo, al que abandonó el viernes, José Saramago, autor muy leído y querido por el MIKE, a quien la calidad humana de su fulgurante trayectoria cultural y política, lo conmueven. El sábado, partió Carlos Monsiváis y así culminó la incesante crónica, cultural y cotidiana, que fue su vida. Despedidas definitivas que no alcanza a compensar el triunfo de la Selección en el fútbol. El amor y la intransigencia, de ambos, por la humanidad y la libertad, son ejemplo para nuestras mentes y fueron su compromiso social y político, está en su obra.
La lucidez de Saramago estremece, con dulzura, al inicio de su escrito sobre Acteal, amorosamente prepara a uno para recibir el mazazo del horror de aquella masacre, cuya tragedia no termina, sino la prolonga, la juridización impulsada, entre otros, por Aguilar Camín, para promover y obtener bajo la figura del juicio debido o una parecida artificialidad jurídica, la liberación de muchos a quienes los indígenas señalan como autores.
En el mismo sentido, primero: Desde el punto de vista de los padres y madres de las víctimas, y desde el de las propias víctimas, inocentes e indefensos, niños y niñas. ¿En qué consistiría un juicio debido al cual someter a los involucrados con el incendio de la Guardería ABC? ¿Resultarían absueltos? ¿En qué parcelas de responsabilidad, hay impunidad? ¿Qué niveles de significatividad y aprecio por la vida humana, necesitan ser destrozados para que siquiera por dignidad, renuncie un Ministro del régimen presidencialista autoritario mexicano, comandado por Calderón H.? La vida de los niños se perdió, es lamentable y la renuncia del Director del IMSS en aquel tiempo, ni la del actual, los volvería a la vida. ¿Tiene caso renunciar, con la monstruosidad de ese argumento, sólo pretexto para no hacerlo? Semejante estupidez muestra la crudeza de la injusticia que avasalla a miles de deudos ofendidos y relegados en cuanto a su deseo de obtener justicia. Conste, no de hacerla por propia mano.
Segundo, desde la misma figura: ¿Se puede someter a juicio debido a los magistrados y a las ideas de justicia con las que hacen justicia en la Suprema Corte, sobre ese caso u otros? ¿O conseguirá un juicio de prevaricación, realizarse y someter a la justicia a la idea de justicia con la que fundamentó su fallo la mayoría de magistrados y así se podrá hacer justicia a las víctimas de aquel incendio? Por lo pronto, tecnicismos y retórica jurídica aparte, bajo la figura de juicio debido fueron liberados numerosos agresores identificados como tales por indígenas, ofendidos y sobrevivientes, de la masacre de Acteal. ¿Qué diría hoy Saramago de eso? Tal vez lo que dijo entonces, la ley propinó un mazazo más, "que añadir al de ayer y al de mañana, una cuenta más en el rosario de crímenes del hombre contra el hombre." ¿O no es eso, la forma de no propiciar justicia, de no construirle andamiajes para prevalecer? Qué esperan, ¿ver como natural "dentro de su maldad" la zaga interminable de hacer justicia por propia mano por parte del crimen organizado? Grave omisión de la mayoría de ministros, sobre un asunto ejemplar, aleccionador y por ello deberían renunciar. Tan elevado y caro estatus institucional, para terminar en el juego de habilidad, tan popular en las ferias: ¿dónde quedó la bolita? Ficción del derecho en la ficción del derecho y nadie sabe, nadie supo, ¿para qué entonces se les paga tan bien, si injustamente no contribuyen, con su saber y experiencia, a iluminar asuntos tan graves como el de la guardería y, otros anteriores, siendo que así los condenan a permanecer en las tinieblas de El Proceso? El de Kafka, por supuesto. Del incendio al horror; ahí dejó el caso, en el horror, la mayoría de los ministros.
En recordación de Acteal, Saramago, escribió: Cada mañana, cuando despertamos, podemos preguntarnos qué nuevo horror nos habrá deparado, no el mundo, que ése, pobre de él, es sólo víctima paciente, sino nuestros semejantes, los hombres. Y cada día nuestro temor se ve cumplido, porque el ser humano, que inventó las leyes para organizarse la vida, inventó también, en el mismo momento o incluso antes, la perversidad para utilizar esas leyes en beneficio propio y sobre todo, en contra del otro. El hombre, mi semejante, nuestro semejante, patentó la crueldad como fórmula de uso exclusivo en el planeta y desde la perversión de la crueldad ha organizado una filosofía, un pensamiento, una ideología, en definitiva, un sistema de dominio y de control que ha abocado al mundo a esta situación en que hoy se encuentra.
Saramago, plantado en la realidad de Acteal, anticipó, desde entonces, la situación futura, cuya artificialidad construida con la figura de juicio debido, tendió el puente jurídico para liberar a quienes, los agredidos de Acteal, señalan como culpables.
¿A qué viene pues hablar de derechos y de protección en un país con un régimen lacayo, algunos de cuyos más prominentes servidores de todos los mexicanos, con prepotencia de oropel, ni respetan ni protegen a los humanos que acuden a ellos como la última instancia para iluminar la injusticia y corregirla al propiciar la aplicación de la justicia? Para circunloquios vanos, quienes con toda su dogmática a cuestas no puedan pensar la justicia, ni aferrase a ella con valor, harían bien a la República con sus renuncias, antes de actúen de nuevo en asuntos tan delicados y conflictivos a todas luces causados por el exceso de autoritarismo y en medio de un conflicto de intereses como lo es la creciente privatización de la generación de energía eléctrica. Si el SME era un estorbo para ello, lo barrió un decreto autoritario, hasta hoy sin el sustento real que alegó Calderón H. y corifeos de su gabinete, sin aportar pruebas consistentes. El dato duro es: la incapacidad a que ha sido reducida la industria estatal para generar energía eléctrica y, por otro lado, la obsequiosa proliferación de permisos o autorizaciones para la cogeneración de energía por parte de la iniciativa privada, sobre todo trasnacional, futura proveedora de un mercado atado, con la extinción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro. Los precios serán los que esas compañías privadas fijen.
Estos y más asuntos enmarcan unas elecciones que en Zacatecas hoy se promueven con el marcador de las encuestas. Los golpes de timón para cambiar o modificar en algo el rumbo o la orientación de las campañas, ya no existen. Hoy, se supone, marcan el rumbo las encuestas. A golpe de encuestas, las campañas van. En ellas se dice de todo, desde la más ácida grosería, hasta la generación de pantanos para atrapar con el manoseo de lo que se imagina ser el lenguaje coloquial popular y concurrir justo a un objetivo, deseado o no, planificado o no: excitar la emotividad de los posibles votantes y conducirlos con quiebres de lenguaje que son insinuaciones o condenaciones, o quemas de incienso, muy objetivas, a los santos de la devoción por llamarle así al sesgo que le imprime el o los autores. En reversa, lo que espera es la condena, el averno, si sus personajes salen de los parámetros coloquiales establecidos. Lo único claro es la ambición por el poder y el dinero. De eso se trata, no de ideales.
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