El cielo encapotado que anunciaba lluvía desde poco después del mediodía nos concentró hoy en un Zócalo de concierto de rock. Accesos restringidos, la estación del metro cerrada, revisión de todo tipo de bolsas y maletas, infinidad de jóvenes que asistían a vivir su mundo, aromas peculiares (muy peculiares) y rockeros que en el micrófono hablaban del repudio a una Ley Arizona... pero solamente de eso.Una vez más, el México Kafkiano: mientras se repudia una ley que atenta contra derechos humanos en esa plancha del Zócalo Capitalino, a escasos pasos se encuentran más de 90 almas cumpliendo 22 días en huelga de hambre sin que nadie mencione esto. Me comentaban que parecía que uno que otro al micrófono quiso tocar el tema, pero le jalaron las riendas para que no lo hiciera: ¿también en el corazón socio-político de nuestra nación hay que tapar el sol con un dedo? Igual y sí, motivos para pensar así sobran.Y terminó cayéndonos la lluvia y terminamos ayudando a barrer dentro de las carpas y terminó por salir del campamento y en camilla ya el cuarto compañero y allá, en donde estaba la ambulancia esperando para subirlo, allá todos se sumaron en consignas de apoyo y en lágrimas. A estas alturas de la huelga, ya ubico rostros de muchos compañeros SMEítas. No puedo evitar remitirme, hasta en pequeños actos cotidianos, a la época del plantón del 2006 y aunque guardo recuerdos agridulces, nadie me hubiera dicho que tres años después estaríamos haciendo casi lo mismo por otra causa cuya esencia es la misma a otras causas. ¡Qué ironías!, ¡qué coincidencias!, ¡cuánta historia! ¿Cuántos días más faltan?
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